En tus pétalos se encuentra el néctar que la abeja derramó al partir.
Tus labios son los pétalos, tiernos, etéreos,
Suaves, livianos, flotan en el aire, y el néctar sale de tu dulce boca
Para derramarse sobre la mía.
Tus párpados son parte de la flor;
En el abrir y cerrar son como la suave brisa
Que el verano eterno produce en la hermosura
De tu ser; que intenta llenar mis ojos de imágenes divinas
Para sentirme cada vez más cerca del paraíso.
Tu imagen, mi princesa, vestida de flor,
Es la vida misma que recorre mis entrañas,
Para hacerme sentir la explosión de orgasmo
Más prolongada de mi vida, la más fuerte,
La más grande.
De tu sexo, mi princesa,
Sale la sabia necesaria para que la abeja pueda
Seguir libando tu divino néctar.
Tu boca, mi princesa, es la fuente fresca donde busco refugio,
Y tu aterciopelada piel,
Donde encuentro el calor en las noches frías del invierno patagónico;
Donde me refugio de la helada cruel que intenta detenernos
Como lo hace con las aguas cristalinas.
Porque, mira ¡como se detiene todo cuando el frío aprieta!
Aquí, en la Patagonia.
Tu ser, tu piel, tu boca, tus ojos,
Pies, manos, cintura, pechos, sexo,
Todo ello se conjuga en dos solitarias palabras,
Sí, solitarias, porque solo yo las escucho…..TE AMO.