Tú, que has apresado mi corazón, y has hecho con él
Lo que quisiste.
Serás para mí el solo amor, el único
¡Jamás otro!
No te olvidaré, no te olvido, no sales de mi mente,
Estás presente a cada momento, con cada dolor, con cada flor,
con cada paisaje infinito, con la inmensidad del mar, con cada loor
Que salga de mi boca,
En la rambla, con los perfumes de los jazmines de la infancia.
No te olvidaré, viviré para ti, te soñaré, te esperaré,
Tú, o ninguna; jamás.

Tú, lejos de mí, es morir de amor, ¿sabes lo que es morir de amor?
Eres tú quien me ha robado el corazón.
Te veo entre las rosas, ¡te digo tantas cosas!
Si un viento leve te acaricia, un perfume de juventud me hace temblar.
Si el sol se refleja en tu rostro un mundo de mariposas de colores
Juegan con mis placeres más voluptuosos.

Sí, eres esa, la que me dio la magia de creer, la que esperaré
Hasta el final, pase lo que pase.
Algún día tus besos, algún día tus labios.
Algún día tus senos a mis manos, y tu sexo a mi cuerpo; sediento de placeres únicos,
Que son los que nacen de ti. Los que tú generas con tu sola presencia. Amada mía, estás ahí,
Bien cerquita.
Volverá el amor, acompañado de un rojo amanecer que confundiré
Con la belleza de tu ser.
Sentir que el corazón se expande para darle
Espacio a este inmenso latir,
Saber  que poseo la llave para abrir
Esa puerta que me dejará entrar a mi propia historia,
La historia de una vida con la sencillez del pétalo
Más tierno y suave jamás tocado por la mano
De un hombre, tu piel.
 
Eduardo Pocai